Como cada 8 de marzo, hay quienes se preguntan si un Día Internacional de la Mujer sigue siendo necesario a día de hoy. Yo estoy firmemente convencido de que sí lo es. Hemos avanzado mucho, pero aún no vivimos en una sociedad igualitaria, ni siquiera en muchos de los países más desarrollados del mundo. Las mujeres están todavía infrarrepresentadas en el poder político, económico y mediático, y prácticamente, en todos los espacios de decisión. La brecha salarial existe y, en España, las mujeres ganan un 23% menos que los hombres a igual trabajo, según datos del INE. Siguen siendo muchos los foros en los que todos los ponentes sentados en la mesa son hombres y muchas las fotos institucionales en las que no aparece ninguna mujer.
La buena noticia es que algo está cambiando. El feminismo ha resurgido como uno de los grandes fenómenos sociales del siglo XXI y la lucha por la igualdad real entre hombres y mujeres es ya un movimiento imparable y que está en el centro de la agenda política y social, a todos los niveles. Sin embargo, los avances reales están sucediendo más lentamente de lo que sería deseable. Según el último informe del Foro Económico Mundial, presentado en enero en Davos, al ritmo actual Europa occidental no alcanzaría la igualdad total hasta dentro de 61 años.
Es necesario impulsar la igualdad desde todos los frentes, y es clave hacerlo desde las empresas, que tenemos la responsabilidad de ser promotoras de ese cambio social y de hacer que cale en nuestras organizaciones y nuestras estructuras. Según el Informe «Las mujeres en los Consejos de las empresas cotizadas«, realizado por Atrevia e IESE y presentado la semana pasada, la presencia femenina en los órganos de administración del Ibex 35 frenó en 2018 su ritmo de crecimiento, con solo 2 consejeras más que en 2017. Si observamos la evolución de las últimas dos décadas, el dato es más positivo: en 2002 había un 2% de mujeres consejeras en el Ibex35 y ahora estamos en un 23%. En el caso de Enagás, el Consejo de Administración ha propuesto para su aprobación en la Junta General de Accionistas que celebramos este mes la incorporación de una nueva consejera, con lo que alcanzaremos ya el 30% de mujeres que la CNMV recomienda para 2020.
Las cifras importan, aunque para mí la igualdad no es una cuestión de porcentajes ni de cubrir el expediente, sino fundamentalmente de hechos y de promover un cambio mucho más profundo. Como dice el lema de la ONU Mujeres para este 8 de marzo, que me ha gustado especialmente, “Pensar en igualdad, construir con inteligencia e innovar para el cambio”. ¿Cómo se traduce esto? ¿Qué acciones concretas podemos llevar a cabo desde las empresas para que haya más mujeres en la alta dirección y en puestos de responsabilidad? Comparto algunas ideas que estamos poniendo en práctica en Enagás:
- Actualizar los modelos de liderazgo en las compañías, tradicionalmente muy masculinos: necesitamos líderes con más inteligencia emocional, liberarnos de estereotipos antiguos y desarrollar habilidades para la gestión de la diversidad.
- Involucrarnos de verdad con la igualdad y no permitir los prejuicios sexistas ni el lenguaje discriminatorio, inaceptables en las empresas de una sociedad democrática y moderna.
- Aportar el compromiso de la alta dirección, pues es el verdadero motor de cambio para avanzar hacia la igualdad en las empresas.
- Garantizar la presencia de candidatas en las fases finales de los procesos de selección.
- Fomentar la diversidad en los mandos intermedios y en las áreas técnicas, y potenciar la promoción interna.
- Comunicar sobre igualdad de género. Hablar claro y posicionarnos públicamente también tiene el poder de cambiar las cosas.
- Comprometernos firmemente con la conciliación, como un asunto que nos incumbe a hombres y mujeres y es positivo para todos. Conciliar no tiene género.
- Invertir en mentoring y formación para futuras líderes, así como propiciar sus redes de contacto. Un ejemplo interesante es AEMENER, Asociación de Mujeres en la Energía, creada recientemente por las profesionales del sector y que nos presentó su presidenta, Carmen Becerril, en nuestro evento “Women in Networking Enagás”, que celebramos el pasado mes de enero.
En este proceso de transformación de las empresas y los entornos de trabajo hay algo que me parece fundamental: fomentar la diversidad y la igualdad es cosa de todos. Decir que un mayor liderazgo femenino solo depende de las propias mujeres no es justo y no es cierto, los hombres también podemos y debemos contribuir. Lograr nuestro compromiso con la igualdad de género es el objetivo de campañas como #HeforShe de Naciones Unidas, hoy convertida en un movimiento al que se han sumado miles de hombres de todo el mundo. En mi caso, es un tema que me interesa y me preocupa, y en el que estoy involucrado personalmente. Mi objetivo es que cada vez más hombres de Enagás se sumen, asuman su responsabilidad para lograr el cambio, y contribuyan a extender el mensaje entre aquellos que aún no estén unidos a la causa.
En muchos países, entre ellos España, 2018 fue un año clave para la lucha por la igualdad en cuanto a concienciación de la sociedad y visibilización. En 2019 tendremos que seguir, hombres y mujeres, trabajando juntos por ese cambio. Sin olvidarnos, aunque en este post me he centrado en nuestro país y en Europa occidental, y desde una perspectiva de empresa, de tantas mujeres de otras zonas del planeta que no ven reconocidos ni sus derechos más elementales ni su libertad e independencia, víctimas de una violencia y discriminación que es urgente erradicar.