Una industria fuerte es el motor para una economía fuerte, y esto la convierte en una actividad esencial para cualquier país. A nadie se le escapa que hoy opera en un contexto extremadamente complejo, marcado por factores de diversa índole, desde el incremento en los costes de las materias primas y de la logística, a la presión creciente de las exigencias climáticas.
La industria, que representa el 38% de la demanda total de energía final y en torno a una cuarta parte de las emisiones de CO2 del sistema energético mundial, ha dado pasos de gigante en los últimos años para avanzar en su descarbonización. Esto ha sido posible gracias a los esfuerzos e inversiones en tecnología e innovación y al uso del gas natural como sustituto de otras energías altamente emisoras como el carbón.
El gas es hoy insustituible en muchos sectores industriales, como el del acero, el aluminio, el cemento o la petroquímica, que consumen mucha energía y requieren temperaturas muy elevadas en sus procesos de producción, y en los que no es posible la electrificación a día de hoy ni en el medio plazo.
Ese importante camino recorrido hacia la sostenibilidad continúa. La industria está en plena adaptación y afronta, como el conjunto de la economía, importantes retos ambientales para contribuir de forma efectiva a alcanzar los objetivos europeos de descarbonización y, a la vez, seguir siendo competitiva.
El hidrógeno verde puede jugar un papel muy relevante para conseguirlo. Es importante recordar que la industria lleva décadas utilizando hidrógeno, pero hidrógeno gris. Por tanto, este puede ser un paso para seguir avanzando en la descarbonización: sustituir el hidrógeno gris por hidrógeno verde, allí donde ya existe una demanda.
Facilitar a la industria este salto al hidrógeno renovable a un coste competitivo es la clave. Para ello son muy importantes los valles o hubs de hidrógeno, como el de Cataluña y otros en los que Enagás participa, que están muy vinculados a descarbonizar la industria y que son el primer impulso tecnológico.
Va a ser fundamental también el papel de compañías industriales punteras en su sector que están dando pasos pioneros para impulsar el consumo de hidrógeno verde. Un ejemplo es LatemAluminium, con quien hemos firmado recientemente un acuerdo para impulsar dos plantas de producción de hidrógeno verde en dos de sus factorías en Castilla y León, que permitirán un autoconsumo energético renovable en el proceso industrial de fabricación de aluminio. Este va a ser un proyecto de referencia en el sector para abrir camino a la producción de aluminio verde.
Estamos hablando de una transformación estructural, a llevar a cabo en las próximas décadas y no exenta de dificultades. Un desafío será producir suficiente hidrógeno verde para cubrir la demanda industrial, un escalado necesario para afrontar con éxito el otro gran reto: conseguir un precio competitivo de este gas renovable.
El apoyo institucional va a ser clave y, en el caso de España, fuimos uno de los primeros países del mundo en contar con una estrategia nacional, la Hoja de Ruta del Hidrógeno, que específicamente incluye entre sus líneas de acción el “impulso a la aplicación del hidrógeno renovable en la industria”. Con medidas que van desde la posibilidad de establecer objetivos de penetración o el diseño de instrumentos financieros de apoyo a la industria para adaptarse al hidrógeno renovable, hasta fomentar e incentivar los mencionados valles del hidrógeno y el desarrollo de proyectos piloto.
Si verdaderamente pensamos en las necesidades de la industria en términos de sostenibilidad y, a la vez, de competitividad, el potencial del hidrógeno verde es enorme, especialmente a partir de 2030. Su uso incentivará cadenas de valor innovadoras, generará empleo, aportará un alto valor añadido para avanzar hacia una economía sostenible y contribuirá a una transición energética justa. La actual red gasista española está preparada y podría aprovecharse en más de un 80% —en torno a un 70% en el conjunto de Europa, según European Hydrogen Backbone— para transportar ese hidrógeno renovable hasta las numerosas industrias dispersas por toda nuestra geografía.
Estamos ante la oportunidad de promover una industria con proyección de futuro y en España estamos bien posicionados para aprovecharla. Ahora es el momento.