Aunque aún faltan semanas para que termine el otoño, el frío ha llegado a Europa y cabe que los ciudadanos nos preguntemos en qué situación energética nos encontramos, con qué tranquilidad afrontamos los europeos este segundo invierno de guerra en Ucrania.
Sí ha comenzado, el 1 de noviembre, el llamado invierno gasista, que comprende la temporada en la que se extrae de los almacenamientos subterráneos más gas del que se inyecta, hasta el 31 de marzo. Es precisamente el almacenamiento la clave principal que permite a la Comisión Europea, en su State of the Energy Union 2023, publicado recientemente, afirmar con rotundidad que “de cara al invierno 2023-2024, la UE está mejor preparada para garantizar su seguridad energética”. Este informe cita la actuación coordinada para llenar los almacenamientos como una acción representativa del nuevo paradigma de la UE: la seguridad de suministro como una prioridad y una mayor cooperación europea como la mejor estrategia para superar la crisis energética.
Si vamos a abordar este invierno de forma más confortable que el anterior es porque Europa se marcó, por primera vez, el objetivo conjunto de llegar a este mes de noviembre con los almacenamientos llenos al 90%. Y Europa ha hecho estos meses sus deberes, como la hormiga de la fábula: los ha llenado ya a más del 99%. Pensemos que cuando estalló la guerra estaban al 29%.
España no solo ha sido el primer país europeo que alcanzó el objetivo fijado, con seis meses de antelación, sino que, además, este verano consiguió un récord histórico: tener sus almacenamientos llenos por completo, al 100%, en un mes de agosto. Un hito que muestra la extraordinaria capacidad de anticipación de nuestro país y que tenemos que poner en valor.
Como también que, a finales del tercer trimestre del año, casi la mitad —el 46% concretamente— del GNL almacenado en Europa estaba en los tanques de las plantas españolas. O que en los nueve primeros meses de 2023 nuestro país incrementase sus exportaciones de gas un 32%. Datos verdaderamente ilustrativos de la relevancia de España en la seguridad de suministro europea.
La seguridad energética, de la que poco se hablaba hasta que pasó a estar en boca de todos en 2022, ya no tanto nos preocupa como nos ocupa. La Comisión Europea la destacó en la reciente cumbre de Granada como uno de los grandes ámbitos de actuación de la UE y, junto a su mensaje de tranquilidad ante este invierno, llama a no confiarse ni bajar la guardia.
En cualquier caso, y como ha ocurrido en varias ocasiones en las últimas décadas, la Unión Europea se ha vuelto a construir a base de crisis. En este caso, es justo reconocer la efectividad de la respuesta de Europa a la ofensiva rusa, el plan REPowerEU, y celebrar la anticipación y mejor coordinación entre estados miembros e instituciones que está habiendo en materia de energía. Buena prueba de este nuevo clima es la posición común acordada por el Consejo para la futura reforma del mercado eléctrico europeo, o el impulso conjunto a un proyecto clave como es el corredor de hidrógeno H2Med, que hace unas semanas Enagás y nuestros homólogos presentamos en Berlín respaldados por los gobiernos de Portugal, España, Francia y Alemania y por la Comisión Europea.
Europa tiene grandes desafíos por delante y, sin duda, un amplio margen de mejora, pero también debemos reconocer sus logros, pese a los riesgos y obstáculos que aún persisten en el horizonte. La garantía de la seguridad energética para la ciudadanía y la industria europea está en buenas manos y este invierno gasista ha comenzado con los almacenes llenos y un rumbo cada vez más claro.