En el Día Internacional de la Mujer, la ONU subraya la correlación entre dos de los grandes movimientos transformadores de este siglo: la transición energética y el avance de la mujer hacia una verdadera igualdad. Su lema de este año, “Igualdad de género hoy para un mañana sostenible”, reivindica el papel de las mujeres como líderes eficaces impulsoras del cambio ante la emergencia climática.
Afirmamos recurrentemente que esta tiene que ser una transición justa e inclusiva, sin dejar a nadie atrás, y pensamos en los empleos, en el impacto sobre las industrias, en aquellas regiones que se ven más afectadas… Y así es, pero no debemos olvidar, y creo que a veces no se tiene tan presente, que la transición energética solo será justa si conlleva una mayor diversidad e igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres.
Avanzar hacia un modelo más sostenible y neutral en carbono es tarea de todos, hombres y mujeres. Acelerar los pasos hacia la igualdad de género también lo es. La coyuntura no nos lo está poniendo muy fácil: el Índice ClosingGap refleja que la pandemia ha aumentado casi un punto la brecha de género en España, que creció hasta el 36,7% en 2021, alejando el horizonte para la paridad plena a 2058.
Que las mujeres sean parte protagonista de la transición energética puede ser una vía relevante para contribuir a atajar la desigualdad. ¿Cómo pueden acceder a ese papel de liderazgo?
En primer lugar, estando más presentes en los ámbitos técnicos y científicos, para lo que es necesario fomentar la formación en carreras STEM. Siendo uno de los sectores con mejores perspectivas de futuro y mayor empleabilidad, me preocupa que la ingeniería siga siendo uno de los campos con menor presencia femenina, en torno al 25%. La descarbonización puede suponer una oportunidad de reposicionar la ingeniería, desde un enfoque casi puramente industrial a otro más atractivo e inclusivo, que destaque su capacidad de transformar la sociedad y contribuir a la sostenibilidad y al bienestar de las personas.
La ingeniería necesita del talento de las mujeres y para atraerlo hace falta fomentar vocaciones, eliminar sesgos y estereotipos, visibilizar referentes… En Enagás trabajan magníficas profesionales especializadas, cada vez más, en áreas técnicas, también a niveles directivos. Estos días podemos escuchar a varias de ellas en la campaña #EllasTeLoCuentan. Sus historias son un ejemplo para compañeras de la compañía y del sector, así como para jóvenes estudiantes que se animen a seguir sus pasos.
El poder de las mujeres para construir su trayectoria profesional no debe llevarnos a poner sobre sus hombros toda la responsabilidad en el camino hacia la igualdad. Elegir carreras STEM, liberarse del llamado síndrome de la impostora y no autolimitarse está muy bien y es necesario, pero no es suficiente. A través de un artículo en Financial Times supe del libro Confidence Culture, que alerta de la trampa de considerar que la desigualdad se debe principalmente a una falta de autoconfianza o autoestima por parte de las mujeres, obviando los obstáculos estructurales a los que aún tienen que hacer frente.
No estamos ante un problema individual, sino colectivo, y las empresas, como actores clave de la transformación social, tenemos una responsabilidad importante en su resolución. Que pasa en primer lugar por apostar verdaderamente por la diversidad e inclusión, algo de lo que hablé hace unos meses tratando de aportar algunas líneas prácticas para su aplicación.
En Enagás nos hacemos cargo de esa responsabilidad. Avanzamos hacia un futuro descarbonizado, con nuevos vectores como el hidrógeno verde o el biometano, y para ello necesitamos el mejor talento. Llevamos años incorporando, fomentando el desarrollo y ofreciendo oportunidades a mujeres que quieren trabajar en el sector de la energía y contribuir a ese futuro. Por eso somos la primera empresa del sector Utilities en el Índice de Igualdad de Género de Bloomberg, que nos evalúa en liderazgo femenino y cartera de talento, igualdad y paridad salarial entre hombres y mujeres, cultura inclusiva, políticas contra el acoso sexual, y apoyo institucional a la mujer.
Por supuesto, más allá de lo colectivo hay gestos individuales que cuentan, y mucho. Recientemente la Vicepresidenta Primera del Gobierno y Ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, afirmó que no iba a volver a hacerse una foto ni a participar en un debate en el que fuera la única mujer. Un gesto y un compromiso que no pasó desapercibido y que muestra cómo contribuir al cambio a través del ejemplo.
Es tarea de todos y de todas continuar avanzando. Solo con una participación plena de las mujeres en las empresas, en el sector energético y en el proceso de descarbonización conseguiremos realmente una transición energética justa e inclusiva y un futuro sostenible para el conjunto de la sociedad.