En el otoño de 2021, cuando nada hacía intuir aún la guerra de Rusia contra Ucrania y el chantaje energético que traería consigo, en España —entre otros yo mismo— ya hablábamos de seguridad energética. En concreto, de las medidas que estábamos tomando para que más barcos pudieran descargar gas natural licuado (GNL) en las plantas de regasificación españolas tras el cierre de una de nuestras conexiones por gasoducto con Argelia. Y, también por esas fechas, el Gobierno de España ya planteaba ante la Unión Europea las compras conjuntas de gas y otros mecanismos basados en la solidaridad como respuesta común frente al alza de los precios de la energía.
En aquel momento, y como apunté en mi último post, la seguridad de suministro no estaba en la agenda europea. Se daba por garantizada y era algo a gestionar por cada país, hasta que con el estallido de la guerra en febrero de 2022 pasa a ser una prioridad y eso lleva a impulsar, por fin, una política energética europea común.
Gracias a la rápida reacción de la Comisión Europea y a las medidas adoptadas, hoy estamos en una mejor situación que la que preveíamos hace un año: Europa ha conseguido ser resiliente frente a las amenazas de Putin y salvaguardar su seguridad energética este invierno. España ha tenido, y continúa teniendo, un papel destacado en ello, contribuyendo al suministro de otros países europeos.
Comparto algunos datos que ayudan a explicar esa contribución y que pienso hay que seguir poniendo en valor:
- Nuestro modelo energético es diferencial: somos el país con más plantas de GNL de Europa y el tercero del mundo, con el 44% de la capacidad de almacenamiento y el 33% de la de regasificación del continente.
- Las seis plantas de GNL en operación del Sistema Gasista español (Sagunto, Mugardos, Barcelona, Bilbao, Cartagena y Huelva) hacen que España tenga uno de los suministros de gas más diversificados —y por tanto más seguros— del mundo: en 2022 recibimos gas de 19 orígenes diferentes.
- Este modelo nos otorga una gran flexibilidad: en 2022 Estados Unidos pasó a ser nuestro principal proveedor de gas con un 28,8% (frente al 14,4% de 2021) y Argelia está ahora en segundo lugar con un 23,8% (frente al 42,7% de 2021).
- España está siendo un referente en medidas para hacer frente a la encrucijada energética de Europa. Dos ejemplos: la ampliación de la capacidad de la interconexión de Irún, que permitió incrementar nuestro flujo de gas a Europa a través de Francia de 7 bcm a 8,5 bcm, y la puesta en marcha de un “gasoducto virtual” desde nuestras plantas mediterráneas a Italia.
- También gracias a las medidas adoptadas, en 2022 pudieron recargar GNL en las plantas españolas un 45% más de buques que en 2021, con destino a otros países europeos.
- Si tenemos en cuenta tanto las salidas de GNL como las de gas natural, por tubo, en 2022 las exportaciones gasistas españolas se incrementaron un 90% con respecto al año anterior.
Por tanto, el mensaje de tranquilidad sobre el suministro se basa en la potente red de infraestructuras de nuestro país, en nuestra diversificación y en todas las medidas que hemos ido adoptando de acuerdo con el Gobierno de España durante el último año y que nos están permitiendo, además, contribuir de forma importante a ayudar a Europa.
Sin olvidar que, también gracias a las plantas de regasificación, los precios del gas natural en España se han situado entre los más bajos de toda la Unión Europea desde que estalló la guerra de Ucrania. Las terminales de GNL se han revelado, más que nunca, como un activo estratégico de primer orden para cualquier país.
Así lo ha visto también Alemania, que ante el tremendo desafío de sustituir su alta dependencia del gas ruso está siendo capaz de reorientar su modelo energético a gran velocidad. Hace un año era el único gran país europeo sin plantas de regasificación y hoy ya puede recibir gas por barco: el pasado diciembre el canciller Olaf Scholz inauguró en el puerto de Wilhelmshaven la primera de las cinco terminales flotantes previstas (FSRU – Floating Storage and Regasification Unit) con una carga de GNL procedente de España, concretamente de la planta de Sagunto.
La seguridad de suministro tiene que seguir siendo una prioridad para Europa en 2023. El pasado miércoles pude escuchar al Director General de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), Fatih Birol, durante la presentación en Madrid del World Energy Outlook 2022, quien llamó a no confiarnos, puesto que el próximo invierno puede “ser aún más complicado” para Europa que este, en el que las temperaturas suaves y la baja demanda de China indudablemente nos han ayudado.
Europa es consciente de ello, hoy cuenta con su hoja de ruta REPowerEU y, de hecho, está tomando medidas conjuntas en todos estos temas, en línea con las que de forma pionera propuso España. Desde nuestro país seguiremos trabajando por la seguridad energética europea y poniendo en marcha las actuaciones necesarias. En este sentido, es inminente la entrada en operación como centro logístico de GNL de la séptima terminal de España, la planta de El Musel, en Gijón, tal y como contempla el Plan +Seguridad Energética del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico.
Y en esta línea va también el último y relevante movimiento europeo que hemos anunciado desde Enagás: el incremento de nuestra participación en el corredor Trans Adriatic Pipeline (TAP) hasta el 20%, una operación que responde plenamente y refuerza el compromiso de nuestro Plan Estratégico, que es contribuir a la seguridad de suministro europea y a la descarbonización.